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NUESTRO
NACIONALISMO: MEXICANIDAD Y ESPÍRITU |
Nuestro Movimiento ha enarbolado el estandarte de la
Identidad Cultural como un valor básico de una Comunidad humana. Conceptos
como Patria, Cultura, Raza, Nación y Nacionalismo, fueron usados para
explicar esa profunda mística que permea a los seres humanos en su
convivencia y en su ser comunitario. Con éstos textos, pretendemos aclarar
más éstos puntos. Guillermo Marín es un antropólogo y filósofo que a lo
largo de algunos años ha colaborado con sus reflexiones y sus opiniones.
( Nota aclaratoria: Las opiniones de Marín son independientes
de las opiniones del Movimiento, sin embargo, hay múltiples coincidencias,
de ahí el valor que les damos.) Si UD. quiere opinar sobre
éstos temas, visite nuestro
FORO - MÉXICO TRASCENDENTE |
INDICE DE TEXTOS
EL MISTERIO DEL ÁGUILA Y LA
SERPIENTE
Guillermo Marín.
EL Ser Humano esencialmente es un ser "bueno". Su naturaleza es positiva y
biófila. En la infancia los seres humanos mostramos de manera natural nuestras
posibilidades para construir un mundo razonablemente estable y en armonía.
2
El ser humano esta dotado de una gama muy amplia de sentimientos, que van desde
los más luminosos y positivos, hasta los más obscuros y negativos. Sin embargo,
su "naturaleza" impulsa a resaltar de manera natural los positivos, sin quedar
exento de manifestar los negativos.
3
Los seres humanos estamos condenados a las leyes universales de la corrupción de
la materia y la trascendencia de la energía espiritual. En efecto, estamos
dotados de un cuerpo que esta condenado inexorablemente a su corrupción y
desintegración. Son las fuerzas gravitatorias de la materia, las que la
arrastran al cuerpo humano a su corrupción y desintegración total, para
reiniciar otro ciclo y reincorporarse a la Tierra.
4
Sin embargo, también se nos ha dado la energía espiritual. Ese misterio divino y
sagrado que encierra la existencia humana. El soplo divino que le ha dado
conciencia a la materia corruptible, busca desprenderse de ella y romper el
limitado perímetro que le contiene y reiniciar su maravilloso regreso al todo
generador, Ipalnemohuani "aquel por quien vivimos", Tolque Nahuaque "el que esta
aquí y allá al mismo tiempo, el que esta en todas partes al mismo tiempo",
Yahuali Ecatl "el que es invisible como el viento e impalpable como la noche".
5
Porque si el ser humano tiene una fuerza gravitatoria que condena a su materia a
la desintegración, también esta sujeta su energía espiritual a una fuerza que la
atrae de regreso a la fuente generadora. El principio de "nuestra" dualidad
divina. Ometeotl "la dualidad divina", no solo es un "dios", sino un principio
esencial por el que ser rige el Universo.
6
La maravilla y el terror de ser un ser humano radica precisamente en la
posibilidad de tener "conciencia de ser" y autodeterminación. De poder ser el
creador de su propio destino y tener la claridad y la fuerza interna para
enfrentar a las poderosas fuerzas del Universo, que luchan en lo profundo de su
corazón o ser los suficientemente estúpido para colapsarse en la nada.
7
Los seres humanos y los pueblos que alcanzan un grado madurez existencial. Los
que han vivido lo suficiente para aprender, no solo a satisfacer sus necesidades
básicas elementales de subsistencia material. Sino que han tenido la
inteligencia y la profundidad para acercarse al misterio de la vida y sentir y
reflexionar sobre la necesidad de trascender el plano material y pensar sobre
los inconmensurables misterios de la trascendencia espiritual.
8
Las personas y los pueblos que han largo atesorar y sistematizar la sabiduría y
la experiencia humana de muchas generaciones a través de su CULTURA, tanto para
resolver los problemas que representa los desafíos de mantener en condiciones
satisfactorias la vida material, como para explorar las posibilidades de
penetrar en los insondables arcanos del manejo de las formas más puras de la
energía.
9
El desafío y el misterio de la vida, no solo implican la subsidencia material.
El ser humano no se le ha concedido la maravillosa oportunidad de estar vivo,
solo para trabajar, consumir y poseer. Lo cual por cierto es necesario, pero
solo como un medio. El fin supremo es trascender el plano material de nuestra
"realidad existencial" y entender con humilde pasión el misterio de la vida.
10
La grandeza humana consiste en intuir el misterio de la vida y actuar en
consecuencia. El ser humano no solo vino a sobrevivir, sino fundamentalmente a
trascender. Tiene que construir, reconstruir, crear y mantener el mundo
material. Que resulta básico y fundamental. Pero con la clara certeza de que
solo es un medio que le permite a la parte más importante de él, trascender este
primer plano básico que llamamos mundo o realidad.
11
El ser humano es un copo de energía consciente en un universo infinito de cargas
energéticas. No somos absolutamente nada y, sin embargo, se nos ha dado la
maravillosa posibilidad de tener conciencia del Todo. La misión divina del ser
humano es la misma que una gota en un océano. Es gota y océano al mismo tiempo,
qué contradicción tan sublime.
12
Como arriba es abajo; como abajo es arriba. Tloque Nahuaque el "señor del cerca
y del junto". Los seres humanos formamos parte del Todo y el Todo conforma a los
seres humanos. De la misma forma todos los seres humanos que han existido viven
en mi y yo en todos ellos. La fuerza del ser humano es la comunidad. El
"nosotros" colectivo sobre el "yo" individual.
13
"El que se inventa a sí mismo" creo el mundo y el Universo. El mundo es de
todos. Todas las cosas que en él existen son de todos. La responsabilidad de
mantener y cuidar del mundo es de todos. El mundo material solo es un medio, una
parte pequeña del largo camino de regreso a nuestra verdadera casa.
14
La propiedad privada atenta contra las leyes universales. Los seres humanos
somos parte de la Tierra y la Tierra es parte de los seres humanos. Todos somos
parte de Tonatzin "nuestra madre querida". Cultivar a la tierra es amar a
Tonatzin. La producción es un don divino. Trabajamos para vivir y tener lo
básico-material-necesario para enfrentar el desafío de la conciencia y del estar
consciente. Trabamos en el campo material, para tener lo elemental para trabajar
el plano espiritual.
15
La producción solo para obtener ganancias económicas es una degradación. La
energía creativa y física de los seres humanos y los pueblos, no se debe
desperdiciar en la producción de objetos materiales que enajenan y embrutecen la
vida humana. La comodidad y el placer generados por los objetos y el consumo,
alejan al ser humano de la senda espiritual y embrutecen su mente y sus
sentidos.
16
El intercambio de bienes materiales es una necesidad mínima de los seres humanos
y los pueblos que buscan la liberación del espíritu de la materia como parte
fundamental de su existencia. El comercio es inmoral porque alienta el abuso, la
ganancia ilícita y la apropiación del trabajo del productor. El comercio y la
publicidad envilecen y denigran la vida humana. La profesión del comercio es un
mal necesario, como la del verdugo y el enterrador.
17
El consumismo es un vicio degradante que embrutece, pervierte y desvía a los
seres humanos de su fin espiritual. La búsqueda de la felicidad y la
trascendencia existencial a través del consumo, ha sido la manera de encadenar a
los seres humanos a su autodestrucción y degenerar a los pueblos. El
atesoramiento es una degradación y bajeza humana. Propia de los seres con una
enorme miseria espiritual.
18
La lucha entre las fuerzas oscuras que arrastran a la degradación humana y las
fuerzas que exaltan la vida humana. Motores que mueven los destinos de los seres
humanos y los pueblos. Los seres humanos y los pueblos que realizan el culto al
"becerro de oro" y los seres humanos y los pueblos que intentan trascender su
ser material en los más elevados planos espirituales de la vida y del Universo.
El día y la noche. Permanentes y constantes como la marea. Lo biófilo y lo
necrófilo. Como la vida y la muerte. La vigilia y el sueño.
19
Los seres humanos y los pueblos desde los inicios de las más antiguas
civilizaciones luchan contra de esta dualidad. La materia y el espíritu, el
jaguar y el águila, la noche y el día. Opuestos complementarios que forman el
universo. Las antiguas civilizaciones han dejado los más profundos y sólidos
cimientos de este milenario desafío humano. Siempre ha sido así. Siempre lo
será. Lo maravilloso de la existencia humana es poder tener conciencia de esta
verdad y luchar en consecuencia. La grandeza humana deviene de sus debilidades y
vulnerabilidad, y por supuesto, de la lucha por superarlas.
20
El quetzal es el ave más hermosa en vuelo hacia las alturas. La serpiente es el
animal más sabio que se desliza sobre la tierra. Cielo y tierra, espíritu y
materia, eterna dualidad divina. El desafío de los seres humanos es lograr el
equilibrio entre el quetzal y el coátl que nos conforman, y encarnar este
misterio en el ejercicio de la vida cotidiana. El "Quetzalcóatl", símbolo
filosófico de la más elevada aspiración humana.
21
La vida como la gran oportunidad para purificar y desarrollar nuestra energía
espiritual. La vida como la posibilidad de desarrollar el potencial espiritual
que se manifiesta en nuestro ser. La vida material como el medio para decantar y
enriquecer la conciencia espiritual. El cuerpo como yunque del espíritu. La vida
como el campo de batalla del águila y el jaguar. La vida como la maravillosa
oportunidad de convertirse en un Guerrero de la Muerte Florecida.
22
Los antiguos y sabios toltecas tenían a mujeres y hombres que tomaban el desafío
de trascender la vida material. Les llamaban "Guerreros" porque librarían la
lucha más cruel y despeinada que un ser humano puede enfrentar. La lucha contra
sí mismo. Contra la estupidez, la flojedad y el abandono humano. La lucha en
contra de las fuerzas gravitatorias que arrastran a la materia a su degradación.
23
A esta lucha le llamaron la -Batalla Florida-, pues tenía simbólicamente como
objetivo "hacer florecer el corazón". Las armas de los guerreros eran "flor y
canto" entendidas simbólicamente como –belleza y sabiduría-.
24
Los misterios del espíritu y del estar consciente no tienen tiempo ni espacio.
La sabiduría de Zoroastro, Buda o Quetzalcóatl por alcanzar un elevado
desarrollo de la conciencia y la liberación del espíritu de la materia son
universales. La sabiduría humana habla el lenguaje del Espíritu. El misterio de
la vida és y seguirá siendo el mismo.
25
Los seres humanos nos hemos debatido entre la luz y la oscuridad, entre el cielo
y la tierra, entre el espíritu y la materia. Y nos seguiremos debatiendo hasta
que el mundo sea mundo y hasta que se acabe el Universo, hasta el final del
Sexto Sol. Los seres humanos y los pueblos jamás llegaran a la luminosidad o a
la oscuridad total, estamos bajo la ley universal del ritmo.
26
Somos una gota en este inmenso océano en medio de esta oscura noche, pero al fin
una gota. Una pequeña gotita que tiene su tiempo y su espacio. Una maravillosa
insignificancia que puede decidir y autodeterminarse. Esa es precisamente la
maravilla y la responsabilidad de ser una persona consciente. De florecer
nuestro corazón a través de una vida impecable, sobria y honesta.
27
O mantenerse confundidos permanentemente; tratando de buscar en el amor a otra
persona el verdadero amor que radica en uno mismo, tratando de encontrar el
camino en el mundo material y no en el espiritual, tratando de lograr la
realización existencial y la felicidad en el ‘tener" y no en el "ser". Aferrados
a objetos, personas e ideas, cayendo vertiginosamente en los abismos de la
estupidez humana. En medio de la insatisfacción, la desolación y el vacío
interior.
28
Nada hay nuevo bajo el Sol. Nadie le hace nada a nadie. Cada persona en los más
profundo de su ser posee la sabiduría ancestral necesaria. Cada persona tiene
que asumir su responsabilidad existencial o meter su cabeza en el hoyo de la
aberración material, sabiendo internamente que esta desaprovechando la
maravillosa oportunidad de estar vivo.
29
Es por ello que Tezcatlipoca "el espejo humeante" se nos revela como "el enemigo
interior", la fuerza interna que nos enfrenta ante nuestro propio rostro y que
nos empuja a luchar por un "corazón verdadero". El Señor del Espejo Humeante, el
estricto maestro de los aprendices a guerreros del espíritu en "la casa de los
jóvenes".
30
La vida y la muerte. El espíritu y la materia. La conciencia y la inconsciencia.
Los seres humanos somos buenos en principio, aunque estamos sujetos a las
fuerzas gravitatorias que arrastran a la materia a su corrupción. La lucha no es
en contra de la materia, la materia forma parte del par de opuestos
complementarios. La lucha es en contra de nuestra estupidez y flojedad.
Los seres humanos no llegamos a ser malos, tan solo estúpidos e irresponsables.
Perezosos y cretinos que nos entregamos sin reparo a las pavorosas fuerzas de la
nada, que nos enajenan y embrutecen en el fundamentalismo del consumo de un
mundo material que, a pesar de todo, solo es un espejismo efímero
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HUEHUETLAHTOLLI
Los sabios cantos toltecas
Guillermo Marín.
La grandeza de nuestros Viejos Abuelos estuvo sustentada en dos ejes
fundamentales y cuatro columnas estructurales, que le dieron a nuestra
civilización madre, la fortaleza para sobrevivir hasta nuestros días a pesar del
intento de su destrucción.
Los dos ejes fueron su filosofía y sus principios éticos y morales. Sus cuatro
columnas fueron el sistema alimentario, el sistema de salud, el sistema
educativo y la organización social y el régimen jurídico, que en conjunto y
articuladamente unas con otras, permitieron desde la invención de la agricultura
en el año 6 mil a.C. mantener un decantado proceso de desarrollo humano, que
culminó con aproximadamente mil años de esplendor, desde el año 200 a.C. hasta
la mitad del siglo octavo de la era cristiana.
Lo que se conoce como el colapso del período Clásico Superior, pondrá
misteriosamente fin a la sabiduría de los hombres y mujeres de conocimiento que
dirigieron a los pueblos del Anáhuac.
Del año 850 d.C. aproximadamente a la llegada de los invasores europeos, la
decadencia y degradación, por la ausencia de su venerables maestros, llevó a los
pueblos del Cem Anáhuac a la creación de señoríos, guerras, sacrificios humanos.
Esta degradación llegó a su punto culminante con el surgimiento del poderío
Azteca, quien con su ideólogo Tlacaelel, trasgredió las antiguas enseñanzas
toltecas que exaltaban las fuerzas espirituales del ser humano y las cambió por
la exaltación del culto a la materia, la guerra y los sacrificios humanos a
favor de su Dios tutelar Huitzlipochtli.
Fue en este período que comprendieron básicamente los últimos cien años antes de
la llegada de los españoles, cuando los aztecas destruyeron los códices más
importantes donde se guardaba la sabiduría de los milenarios Toltecas y
rehicieron la historia, donde los Aztecas aparecerán como el pueblo elegido,
minimizando a los toltecas y Quetzalcóatl.
Poco después llegaron los salvajes europeos y destruyeron lo que los aztecas
habían construido de las bases del pensamiento Tolteca. Los españoles para
colonizar a nuestro pueblo se empeñaron en destruir nuestra palabra, desaparecer
nuestras lenguas y dejarnos mudos; borrar nuestra memoria histórica y dejarnos
amnésicos, como extranjeros ignorantes en nuestra propia tierra y con nuestra
propia raíz; quitarnos nuestros conocimientos y tecnologías ancestrales,
dejándonos estúpidos e impotentes de crear y recrear el mundo en donde vivimos;
nos quitaron nuestros espacios y no sólo los físicos como las mejores tierras,
sino nos quitaron los espacios sociales, espirituales y religiosos; finalmente
nos quitaron nuestra religión madre e intentaron inhibir nuestro sentido místico
y espiritual por la vida.
Para destruir lo que somos en estos 490 años, de una manera feroz, despiadada y
sistemática, aparte de la injusta explotación humana y la criminal depredación
de nuestros recursos naturales, los que han detentado el poder, desde Hernán
Cortés hasta el último de los presidentes, han tratado de destruir, desalentar,
corromper las cuatro columnas que nos sostienen como civilización. Las medidas
criminales y totalmente absurdas en el campo y la alimentación, la salud, la
educación, el menosprecio por los sistemas tradicionales de organización
comunitaria, desde el calpulli hasta el sistema de cargos, así como los sistemas
internos de impartición de justicia, no sólo han sido despreciadas por los
colonizadores, sino que han sido perseguidos y desvalorizados socialmente, pues
en un país colonizado se entiende que, "lo que no es Occidental es primitivo",
digno de "modernizar".
Sin embargo, pese a los más de mil cien años que nos separan del esplendor de
los Viejos Abuelos y la cadena de desgracias que le han acontecido hasta
nuestros días, la sabiduría luminosa permanece en el ángulo marginal de nuestra
visión del mundo, en el inconsciente, en el banco genético, en la sabiduría
popular y siguen siendo mágicamente, la estructura donde descansa lo que en
vedad somos los mexicanos.
De estas destrucciones han podido sobrevivir algunos textos que se escribieron
después de la conquista, ya sea en náhuatl, español antiguo o latín, pues
humanistas como Andrés de Olmos, Bernardino de Sahún, Bartolomé de las Casas,
Vasco de Quiroga y Alfonso de Zurita en la antigüedad, y en nuestros tiempos
como Ángel María Garibay, Miguel León Portilla, Laurrete Séjurenett, Alfredo
López Austín y Rubén Bonifaz Nuño, por citar a algunos, han contribuido a que
"los testimonios de la antigua palabra" se preserven esperando el momento
luminoso en que los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos, deseen dejar de
ser "extraños advenedizos de sí mismos" y reciban el potencial de sabiduría de
nuestros nobles antepasados, para que en el siglo XXI construyamos una sociedad
justa y humana para los hijos de nuestros hijos.
Para ello, debemos entre otras cosas, recuperar la antigua sabiduría, los
principios éticos y morales que guiaron a nuestros antepasados a lo largo de
milenios enteros en busca de la Luz. El futuro de los mexicanos es su pasado.
Cómo un día lo hicieron los europeos que estaban empantanados en la oscuridad de
la edad media y para salir, voltearon en busca de su pasado y buscaron en la
cultura grecolatina la sabiduría para salir del fanatismo y oscurantismo
medieval. De la misma manera nosotros debemos recurrir a la sabiduría del México
Antiguo y con sus valores y principios, reorientar el camino perdido mucho antes
de la llegada de los europeos. Debemos fundir con equilibrio e inteligencia, la
sabiduría y la grandeza humana que nos dan las dos civilizaciones de las cuales
provenimos, negar o menospreciar cualquiera de las dos, es negarnos y
menospreciarnos a nosotros mismos y condenarnos a quedar eternamente sin "un
rostro propio y un corazón verdadero", vagando inconscientes en " el laberinto
de la soledad".
Es por ello que ahora "transcribimos" a nuestra manera algunos Huehuetlatolli
que han sobrevivido a la destrucción, para dárselos a nuestros hijos y renazca
en ellos los valores y principios de los sabios toltecas del México Antiguo.
"acérquense, hijos míos, escuchen, pues son mis hijos, y su madre y su padre soy
yo, que por unos días, por breve tiempo estoy en este mundo para guiarlos y
conducirlos por el camino de la virtud y la templanza espiritual que lleva al
lugar de la gloria de aquél que nos creó."
"Hijo mío, mi collar, mi pluma preciosa, has venido a la vida, has nacido, has
venido a salir a la tierra, en la tierra del Señor Nuestro. Te forjó, te dio
forma, te hizo nacer Aquél por quien se vive, Dios. Hemos visto por ti tus
madres, tus padres; y tus tías, tus tíos, tus parientes, han visto por ti, han
llorado, han sufrido por ti en tanto venías, en tanto nacías sobre esta tu
Tierra."
"Ahora mi niñita, tortolita, mujercita, tienes vida, has nacido, has caído de mi
seno, de mi pecho. Porque te ha forjado, porque te ha moldeado, te hizo, te
formó menudita tu padre, tu señor. Ojalá no andes sufriendo en la tierra. ¿Cómo
vivirás al lado de la gente, junto a las personas? Porque en lugares peligrosos,
porque en lugares espantosos, con gran dificultad se vive. Así hay esperanza en
la tierra. Porque se acaban los rostros de la gente y todo lo humano termina.
Así, un poquito conceden a las personas, las hacen merecer su fama, su honra, su
color, su tibieza, su dulzura, su sabrosura, el Señor Nuestro.
Y, tú, no te abandones, no seas desperdiciada, no te quedes atrás, tu que eres
mi collar, mi pluma de quetzal; no se dañe tu rostro, tu corazón, no se dañe tu
imagen.."
"Mi sangre, mi color, hijo mío, te he forjado, te he dado forma. Ya frente a ti,
sobre ti observo, cuido de ti; ojalá no seas sólo metal precioso, ya que así has
sido forjado, porque aún vienes con los ojos lagañosos y ya vendrás a descubrir
tu rostro. Quizás sólo eres un pajarito, ya te cubrirás de plumas, ya te saldrán
alas. No seas irrespetuoso con la gente, no andes revoloteando sobre la gente.
Sólo con tranquilidad volarás cerca, al lado de la Ceiba, del sabino, no sea por
descuido que en algún lugar lo dañes, porque de ese modo lo lastimarás y ya
vendrás a verlo, gracias a ellos tendrás sosiego."
(Huhehutelahtolli testimonio de la antigua palabra, de Miguel León-Portilla y
Librado Silva Galeana. SEP/FCE. México 1991)
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EL MISTERIO DE LA VIDA
Guillermo Marín.
¿Es verdad que se vive en la tierra?
No para siempre en la tierra: sólo un poco aquí.
Aunque sea jade se quiebra
Aunque sea oro se rompe,
Aunque sea plumaje de quetzal se desgarra,
No para siempre en la tierra: sólo un poco aquí.(*)
Esta energía, más sutil que la misma luz, se encuentra representada en lo que
los pueblos han llamado; alma o espíritu. Esta esencia o energía es inmortal y
salió de esta primera fuente generadora y pretende regresar a ella, enriquecida
por la misma experiencia de la evolución en diferentes planos de la existencia,
tal ves no sólo en este mundo, sino en muchos más que ni remotamente podemos
entender o conocer, por las limitantes de la condición humana.
¿Acaso crees, corazón mío, que sólo vivirás en la tierra?
Te angustias, oh corazón mío. ¡Yo nací en la tierra!...
Lloro, me pongo triste, sólo soy un cantor:
¡Si alguna vez pudiera yo llevar flores,
si con ellas pudiera adornarme en el lugar de los sin cuerpo!(*)
La vida y el mundo en tales circunstancias, no es más que un "campo de una
batalla florida", como así la llamaban nuestros sabios antepasados, en donde
nuestra fuente primigenia de energía o espíritu, usa a la materia como medio
para decantar la sublime energía que todos poseemos en lo más profundo de
nuestro ser.
Hay un brotar de piedras preciosas,
Hay un florecer de plumas de quetzal,
¿son acaso tu corazón, Dador de la vida?...
¡Águilas y tigres!
Uno por uno iremos pereciendo,
Ninguno quedará.(*)
Así, el espíritu necesita de la materia para trascender y la materia encuentra
en el espíritu la energía transformadora que le da razón de ser. Por ello la
cotidianidad, con toda su vorágine y vastedad, encuentra su razón de ser, en
tanto permiten que la energía espiritual se purifique en el yunque y la fragua
de la vida misma, con todas sus miserias, dolores y alegrías.
¿Qué era lo que acaso tu mente hallaba?
¿Dónde andaba tu corazón?
Por eso das tu corazón a cada cosa,
Sin rumbo lo llevas : vas destruyendo tu corazón.
Sobre la tierra, ¿acaso puedes ir en pos de algo?(*)
El misterio de la vida entonces se nos revela sencillo y transparente. La vida
es la oportunidad que tenemos de purificar nuestra energía más esencial a través
del cotidiano vivir. Por ello, no importa en verdad lo que hagamos, sino "como
lo hacemos". La conciencia, intensidad y autenticidad de nuestros actos,
determinaran la calidad de nuestra experiencia existencial.
A fin de cuentas cuando todo esto haya concluida, nada del mundo material nos
podremos llevar a el más allá, a la región de los descarnados y sólo pasará la
fluida energía primigenitamente eterna. Nuestros despojos materiales, lentamente
se reciclarán y volverán a ser sucesivamente tierra, generadora de nueva vida
hasta la misma eternidad.
Ya no existimos.
¿Acaso para ti somos nada?
Tú nos destruyes,
Tú nos haces desaparecer aquí.(*)
La oportunidad habrá concluido entonces , tendremos un saldo de experiencias y
conocimientos adquiridos en la "batalla florida", que nos acercará un poco más a
nuestro verdadero destino final. Nuestros corazones serán flama encendida o
marchitos despojos de una vida inútil y vacía. Desperdiciada en el abandono a
los placeres mundanos y vicios terrenales como la avaricia, la lujuria del poder
o la complacencia de la estupidez. La materia en vez de convertirse en un medio
para purificar la energía espiritual, se convierte en el fin de toda nuestra
existencia y, arrastrada por las fuerzas gravitatorias de la pesadez de la
materia, nuestro espíritu sucumbe ante nuestra estupidez.
Del interior del cielo vienen
las bellas flores, los bellos cantos.
Los afea nuestro anhelo,
Nuestra inventiva los hecha a perder...
Aquí en la tierra es la región del momento fugaz.
¿También es así en el lugar donde de algún modo se vive?
¿Hay allá alegría, hay amistad?
¿O sólo aquí en la tierra
hemos venido a conocer nuestro rostro?(*)
No somos limitados " seres humanos ", con una energía espiritual por
desarrollar. Somos luminosos seres espirituales, trabajando el plano humano.
Estamos temporalmente en este tiempo y en este lugar; pero nosotros somos seres
antiquísimos en transito hacia lo inconmensurable.
Esta vida, este mundo y este cuerpo, son temporales y son sólo un medio. Una
fragua en donde se templa nuestra fuerza espiritual. Una maravillosa y
aterradora oportunidad para acercarnos al origen.
Marcharéis al rumbo de la luz, al oriente,
Y hacia allá lanzaréis vuestros dardos:
águila amarilla, tigre amarillo,
serpiente amarilla, conejo amarillo, ciervo amarillo.
Y después marcharéis al rumbo de la región de la muerte...(*)
+(*) Ms. Cantares Mexicanos.
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LOS GUERREROS DE
LA MUERTE FLORECIDA.
Guillermo Marín.
I.- FLOR Y CANTO TOLTECA.
• El destino del ser humano del Anáhuac.
La conciencia del ser humano en el México Antiguo se remonta al recuerdo
ancestral de cuatro eras anteriores llamadas Soles, en las cuales la humanidad
intentó su desarrollo y en cada una de ellas fracasó, por lo cual se inicia un
nuevo ciclo. El Quinto Sol es la era que actualmente estamos viviendo.
Se entiende que para nuestros Viejos Abuelos la vida era la oportunidad de
evolucionar en lo individual y en lo colectivo. Cada Sol fue un intento por
buscar la perfección, no sólo del ser humano, sino de la misma tierra. Esta era
la esencia de la vida y en ello, los seres humanos compartían con los dioses, la
sagrada misión de mejorar el mundo y a la vida.
En efecto, los antiguos mexicanos tenían como "propósito social", el no sólo
mantener la vida de los dioses y humanizar el mundo, sino lo que representaba el
desafío supremo, perfeccionar la esencia de lo humano. De hecho, todos las
civilizaciones con origen autónomo llamadas "Madre", como China o la India, lo
han intentado por diversos medios y caminos.
Encontrar el significado y la trascendencia de la existencia. Llegar a la
esencia de la vida. Lograr la inmortalidad, la luz o la consciencia total, ha
estado en la cima del desarrollo de todo gran proyecto humano.
El conocimiento logrado por nuestros Viejos Abuelos en este terreno fue
indiscutiblemente de inconmensurables e increíbles alcances. Los testimonios
materiales de su impresionante esfuerzo por llegar a la consciencia total o a la
luz, nos siguen maravillando hasta nuestros días; hoy que solo nos quedan las
ruinas materiales de las llamadas "zonas arqueológicas", nos deslumbran no sólo
por la grandeza arquitectónica y las proezas técnicas, sino fundamentalmente por
su magnificencia espiritual; pero al mismo tiempo, paradójicamente, sorprende el
desconocimiento que actualmente tiene la sociedad mexicana sobre el tema central
de la existencia de nuestros antepasados, en donde se invirtieron todos los
recursos y esfuerzos de la civilización del Anahuac, especialmente en el período
conocido como Clásico, que es casi desconocido.
El destino de los seres conscientes del Anahuac era la evolución y
perfeccionamiento del mundo y la vida. Los dioses un día se reunieron en
Teotihuacán y decidieron iniciar un nuevo intento. En la noche de los tiempos,
en la obscuridad de la ignorancia, encendieron un fuego cósmico (pues se carecía
de un Sol) y dijeron que era bueno y necesario crear un nuevo Sol. Dos fueron
los dioses que primero se tuvieron que sacrificar para que naciera el Sol y la
Luna. Después los demás dioses se tiraron al fuego cósmico para que con su
sacrificio se iniciara el movimiento.
Para la filosofía del Anahuac la existencia de los seres humanos de este Quinto
Sol, es producto del sacrificio de los dioses, por ello se nombrarán a los seres
humanos "masehuales", que se interpreta como "merecidos" del sacrificio de los
dioses. Aquí se apunta uno de los paradigmas más importantes de la filosofía del
Anáhuac, "el sacrificio", como fuente de vida y conciencia.
Todo estará movido en el mundo del Anáhuac, por un sacrificio espiritual.
Posteriormente en la génesis de este Quinto Sol, Quetzalcóatl, representación
simbólica de la sabiduría y la energía espiritual, tendrá que "luchar"
simbólicamente contra la muerte, representado en este caso con el dios
Mictlantecutli.
Bajando Quetzalcóatl acompañado de su Nahual o doble al inframundo y aliándose
con los insectos, que son los pequeños constructores de la naturaleza, lograran
burlar al Señor de la Muerte y rescatarán las "reliquias o huesos" de los
desaparecidos seres humanos del Cuarto Sol, para inmediatamente con la ayuda de
la diosa madre, quien molerá los huesos hasta hacerlos polvo, para que
Quetzalcóatl realice el último sacrificio de resurrección.
En efecto, más que simbólico, el Dios del Soplo Divino que le da conciencia a la
materia, se sangrara su miembro viril, para derramar su sangre preciosa sobre
los huesos molidos y de ahí, surja la nueva estirpe humana que vivirá en el
Quinto Sol.
De esta manera los dioses se han sacrificado para que renazca el ser humano
sobre la tierra. Por ello, se entiende que los seres humanos del Quinto Sol,
merecidos de ese sacrificio, requieren dedicar toda su energía y su vida entera
a las demandas de sus creadores.
Así vemos como los antiguos mexicanos entienden el mundo, la vida y su
responsabilidad existencial. Ellos son responsables de "humanizar al mundo" y de
"alimentar" con su energía espiritual a los dioses.
Porque cabe señalar en este aspecto que, casualmente todos los dioses del mundo
antiguo, exigían de los seres humanos su eficiente, constante y creciente
"sacrificio espiritual", ya sea a través de ritos, abstinencias, rezos o ayunos.
Nuestros Viejos Abuelos no escapaban a esta interesante y sugestiva igualdad.
A diferencia de la cultura Occidental en donde en el mundo grecolatino y
judeocristiano, el hombre esta llamado a "dominar, explotar y transformar" a la
naturaleza para situarse por encima de todos los seres vivos, pues fue hecho a
"imagen y semejanza de Dios".
La concepción del México Antiguo pretende "humanizar al mundo y alimentar
espiritualmente con su sacrificio a los dioses", lo que representaba el destino
de los seres humanos y el más alto "Propósito Social" en el que vivieron en el
Anáhuac.
Desde épocas milenarias los antiguos mexicanos entendían que este no era su
mundo, su realidad definitiva. Ellos sentían que su vida era un medio, una
maravillosa oportunidad para lograr la vida eterna.
Cuando nacían los niños la partera les decía en un bello discurso que su casa
estaba en otra parte y que sólo estarían por breve tiempo en la tierra. Que la
vida estaba llena de privaciones y sufrimientos.
• Las instituciones educativas.
El desarrollo del proyecto social de los antiguos mexicanos, que desde la
invención de la agricultura, el maíz y la milpa, aproximadamente en el sexto
milenio antes de la era cristiana, hasta la consolidación de la cultura Olmeca,
llamada también "Cultura Madre", alrededor del año mil quinientos antes de
Cristo, pasaron alrededor de cuatro mil quinientos años. Tiempo suficiente en el
que los antiguos mexicanos elaboraron las bases de la sólida matriz filosófica
cultural que sostendrá todo el andamiaje cultural en el que se desarrollará el
propósito social los pueblos del Anáhuac.
Es necesario llamar la atención de dos elementos fundamentales para entender el
misterio y el prodigio de la civilización del Anáhuac.
La primera es que estamos frente a un proyecto social de carácter milenario, en
el que intervinieron muchas generaciones. Se supone que sólo el período clásico
o del llamado esplendor, duró más de mil años y el preclásico o formativo, como
dijimos antes, alrededor de 6 mil años; y en conjunto toda la civilización del
Anáhuac tuvo una duración de casi siete mil quinientos años.
La segunda es que estamos frente a un fenómeno de una civilización que tuvo
muchas culturas diversas en tiempos y espacios diferentes, pero que siempre
estuvieron unidas por un mismo propósito social a través de una matriz
filosófica cultural, lo que permitió crear un mundo maravilloso saturado de
diversas variantes, que representan expresiones de una misma realidad.
Para entender el milagro de Teotihuacán, Chichen Itza o Monte Alban, debemos de
pensar que la civilización además de tener un proyecto perfectamente
estructurado y definido, requirió necesariamente de un sólido y eficiente
sistema alimentario, de un efectivo sistema de salud, de un sabio sistema social
y jurídico, pero especialmente de un excelente sistema educativo en donde, no
sólo se transmitieran los conocimientos, las ciencias, las artes, la filosofía y
la religión; sino que, se pudiera involucrar permanentemente en el milenario
propósito social a los niños y jóvenes, para de esa manera se asegurara la
permanencia del proyecto social.
La construcción de cualquiera de estas ahora llamadas "zonas arqueológicas",
como es el caso de Monte Alban en los valles de Oaxaca, que iniciaron su
construcción en el años quinientos antes de Cristo y que se presume su abandono
en el año ochocientos cincuenta o novecientos de la era cristiana, representan
más de mil años de un mismo uso y de una infatigable construcción.
Producto de este impresionante desarrollo humano es el sistema educativo, que
para el siglo XVI, en tiempos del período postclásico decadente, los europeos se
sorprendieron de encontrar en el Anáhuac, que ningún niño estuviera sin escuela,
porque esta era obligatoria y gratuita.
Probablemente el sistema educativo estaba ya en operación desde el período
preclásico o formativo, el caso es que existían tres milenarias instituciones
que tenían como principal objetivo, "formar rostros propios y corazones
verdaderos" entre los estudiantes. Las instituciones eran: El Telpochcalli o la
Casa de los Jóvenes en donde se recibían a los niños desde la temprana infancia
y vivían internados.
En esta institución se les formaba como "seres humanos y ciudadanos". Adquirían
los conocimientos básicos sobre su cultura, historia, lengua, costumbres,
oficios, aprendían a escribir y a "leer" sus códices.
La "Palabra Antigua" era una institución y en ella se guardaban celosamente los
sabios consejos que se transmitían de una generación a otra y que permitían la
vida ordenada y justa.
Otra institución era el "Cuicacalli" o casa del canto, la cual era el recinto
donde se les enseñaba a mujeres y hombres, a través de "flor y canto" el sentido
estético de su consciencia de ser. La danza, la pintura, la declamación, la
poesía y la música, eran excelentes medios por los cuales se educaba a las
nuevas generaciones en el milenario propósito social de los pueblos del Anáhuac.
La educación artística era tan importante como la educación que hoy llamaríamos
"formal". Los antiguos mexicanos expresaban su sentir de la vida y el mundo, con
lo que ellos llamaban "flor y canto".
Todo cuanto hacían en la vida y social y privada estaba íntimamente ligado al
aspecto artístico y religioso. Finalizaba este nivel de educación obligatorio a
todos los jóvenes de ambos sexos hasta que se casaban y formaban una nueva
familia. Sin embargo, existían jóvenes que por su gran talento, capacidad e
inteligencia eran seleccionados para seguir estudios superiores.
Esta institución se llamaba el "Calmécac" o la casa de la medida. Ahí se
estudiaban los jóvenes más talentosos, se les preparaba como dirigentes,
administradores o sacerdotes. Los jóvenes que ingresaban a estas augustas
instituciones de enseñanza superior se les nombraban "Guerreros".
La Guerra Florida y el destino de los guerreros.
La misión de humanizar al mundo y alimentar con sus sacrificios espirituales a
los dioses, representó para los antiguos mexicanos las bases de la sólida matriz
filosófica cultural, que sostendrá en lo esencial la estructura en la que se
desarrollará el "Propósito Social" de los pueblos del Anahuac, encontrando en el
impresionante sistema educativo, el instrumento que permitió darle continuidad a
lo largo de por lo menos dos mil quinientos años.
Los antiguos mexicanos construyeron una compleja alegoría filosófica en torno a
su "propósito social". Llena de símbolos poéticos y profundas parábolas
esotéricas, encontramos a la guerra como la máxima empresa individual, social y
del Estado.
Así como los dioses se sacrificaron en el fuego cósmico, que libera a la energía
espiritual de grotesca materia que la contiene.
Los seres humanos, los "merecidos", los encargados de "humanizar el mundo" y de
"alimentar" espiritualmente a los dioses, tendrían que librar la guerra más
difícil y temeraria que un ser humano puede realizar en la vida, para lograr con
plenitud su cometido existencial.
La lucha contra sí mismo, contra la inercia que condena a la materia en su caída
hacia la inevitable corrupción, primero del espíritu y después del cuerpo. La
batalla que se libra en lo más profundo del ser humano, la lucha contra las
debilidades y las tentaciones, contra la pereza, la estupidez y la
irresponsabilidad existencial, la lucha que necesariamente se da en el seno de
un espíritu consciente.
Los Viejos Abuelos llamaban a este desafío "La Batalla Florida". Esta lucha se
libraba con "flor y canto", entendido como sabiduría y belleza, las armas por
excelencia del inmaculado guerrero del México antiguo.
De esta manera en el Calmécac se preparaban a estos "guerreros del espíritu" a
través de una estricta disciplina militar, en la que sobresalía el sentido de
sobriedad, austeridad y frugalidad, que marcaban junto con el estudio y la
reflexión, un estilo de vida comparable sólo al de un monje tibetano.
Estos "guerreros" se preparaban para la batalla florida y en su hacer,
humanizaban el mundo y alimentaban con su energía espiritual, producto de una
vida de sacrificio, a los dioses tutelares. Se organizaban en dos grandes
linajes; los guerreros tigres, asociados al mundo de características tangibles y
los guerreros águilas, asociados al mundo de características intangibles. Las
dos grandes órdenes de guerreros del México Antiguo que estaban vinculados a
conocimientos herméticos del mundo y de los seres humanos.
De esta manera la "Guerra Florida" no sólo fue la razón misma del Estado, sino
lo que resulta más importante, el medio por el cual una civilización lograba
articular su "Propósito Social". De esta manera se puede entender la posibilidad
constructiva de las "grandes obras materiales" del México antiguo y la
continuidad de su Propósito Social. Desde esta perspectiva podemos imaginar la
dimensión y trascendencia del pensamiento filosófico y la energía espiritual que
desarrollaron los pueblos del Anáhuac.
La Guerra Florida representaban para el Estado su razón de ser y el destino del
Guerrero representaba para el pueblo, la oportunidad de trascender su existencia
y darle sentido a su propia vida, al vincularla directamente con las fuerzas
inconmensurables que rigen el universo.
El sacrificio de los dioses por los seres humanos y el sacrificio de los seres
humanos por mejorar el mundo y alimentar a los dioses, se estructuraba como una
interminable cadena de acontecimientos que unían a lo humano con lo divino, al
cielo con la tierra, al Quetzal con el Cóatl.
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Los Guerreros de la Muerte Florecida (II)
II.-
LA TRANSGRESIÓN AZTECA.
El final del Quinto Sol y la ideología de Tlacaélel.
Uno de los grandes misterios de la humanidad representa el llamado "Colapso del
Período Clásico Superior", en el que sin ninguna explicación lógica, los hombres
y mujeres de conocimiento, la élite de la inteligencia del milenario Anáhuac,
misteriosamente, ellos mismos destruyeron sus impresionantes construcciones
donde desarrollaban ancestralmente sus conocimientos y las cubrieron de tierra
completamente, para literalmente "desaparecer" de la faz de la tierra sin dejar
rastro alguno. Esto lo hicieron más o menos al mismo tiempo en todo México y
Centro América.
La memoria histórica del Anáhuac recuerda metafóricamente este hecho con la
parábola de que Quetzalcóatl, dios representante de la sabiduría, un día estaba
en su "palacio" de Tula, cuando su contraparte filosófica, Tescatlipoca le
tiende una trampa e infiltrándose en su aposento le enseña un espejo en el que
Quetzalcóatl se ve como un anciano y por ello transgrede todos sus principios,
para arrepentirse al otro día y abandonado su preciosa ciudad, se dirige al
Oriente para finalmente incinerarse en un fuego liberador y predecir que
regresará a restaurar su dominio de armonía y sabiduría.
Entiéndase como el envejecimiento de la sabiduría tolteca, como el fin de un
ciclo.
Después de esta catástrofe, los pueblos quedaron sin sus grandes maestros y
guías. La conducción de los pueblos quedo solo en las manos de los
administradores y sacerdotes, quienes con el tiempo corrompieron las bases y los
principios que les habían enseñado los maestros, creando los Señoríos, una
nobleza decadente y una teocracia corrupta, iniciándose de nuevo las guerras que
durante la época del Clásico no existieron y reimplantándose los sacrificios
humanos, celosamente prohibidos por Quetzalcóatl.
En esta decadencia se encontraban cuando aproximadamente trescientos años
después del misterioso colapso del período clásico, llegaron al valle del
Anáhuac el último pueblo bárbaro del Norte. Los Aztecas no sabían hablar
náhuatl, ni tejer algodón, eran cazadores recolectores que pronto se asimilaron
a la cultura del Anáhuac.
Después de una "ajetreada" búsqueda, lograron establecerse en un pequeño islote
en medio del lago hacia el año 1325 d.C. fundando Tenochtitlán y en breve se
convierten en el pueblo dominante del valle del Anáhuac. Empieza su esplendor y
poder, amenazado por las antiguas profecías de que el Quinto Sol esta por
concluir y que Quetzalcóatl regresaría en el año uno caña, fecha que se repetía
cada cincuenta y dos años.
Los aztecas iniciaron una gran reforma ideológica, filosófica, política,
religiosa, militar, educativa, cultural y económica, para sustentar no sólo el
poder, sino el futuro de su naciente imperio. El gran reformador y creador del
imperio azteca fue Tlacaélel. El Cihuacóatl o administrador del imperio, quien
era un gran conocedor del antiguo pensamiento filosófico y religioso de los
toltecas.
Tlacaélel refuncionalisó el pensamiento filosófico y religioso del milenario
Anáhuac. Instauró el culto a la materia y desvalorizó el culto al espíritu,
imponiendo a su dios tribal Huitzilopochtli, representante de la materia y la
guerra de conquista, desplazando a Quetzalcóatl a un nivel inferior.
Cambió la guerra espiritual, por la guerra material. Realizó la primera reforma
educativa y cambió la historia antigua, por una en la que el pueblo elegido era
el azteca. Pero fundamentalmente cambió el "Propósito Social". En efecto, los
aztecas se autonombraron "los sostenedores del Quinto Sol". Misión divina que
les permitía conquistar y explotar a los pueblos vecinos.
Los aztecas propusieron que la guerra florida no era espiritual, sino material,
que el Sol no se alimentaba del sacrificio espiritual, por el contrario, según
ellos, el Sol se alimentaba del sacrificio de seres humanos, de sus corazones
palpitantes y de su sangre divina que movía el mundo.
Que el Quinto Sol en el que estaba surgiendo su reciente imperio no viviría
amenazado de muerte, que el pueblo azteca proveería el alimento del Sol a través
de los sacrificios humanos. Por ello el guerrero azteca tenía como desafío,
tomar vivo al adversario, pues la vida de este le pertenecía a sus dioses y era
impropio que el guerrero la desperdiciara en el campo de batalla.
Los cautivos se apresaban a través de las guerras de conquista y las llamadas
"Guerras Floridas" con sus vecinos cercanos, en las que de manera religiosa los
guerreros aztecas iban en busca de prisioneros para enviarlos a la piedra de los
sacrificio.
Toda la simbología religiosa/filosófica/espiritual de la sabiduría toltecas, fue
brutalmente cambiada por una filosofía materialista/místico/guerrera. La "Guerra
Florida" se convirtió para los aztecas en una razón de Estado, tanto en el
aspecto ideológico como en el económico, porque ambas fortalecían su propósito
imperial. Los guerreros encontraban la riqueza y el reconocimiento social en las
continuas guerras de conquista.
El imperio se consolidaba, obtenía más poder, tierras y tributos que, le
permitían financiar más campañas militares. Las escuelas milenarias del México
antiguo fueron convertidas en academias militares, en donde en el Telopchcalli,
los hijos del pueblo aprendían a ser tropa y en el Calmécac, que estaba
reservado para los hijos de la nobleza, se preparaban a los oficiales. Los
comerciantes por su parte, iniciaron un vertiginoso asenso social y crearon una
nueva y poderosa clase que jamás había existido en el México antiguo.
El verdadero poderío del imperio azteca no excedió de cien años antes de la
llegada de los españoles y no alcanzó los doscientos años desde la fundación a
la caída de la Tenochtitlán.
El guerrero azteca, sea de la orden de los guerreros águilas o tigres, era un
formidable instrumento militar. Preparado desde la muy tierna edad para vivir y
morir en la guerra. Veía en ella la posibilidad de alimentar al Quinto Sol,
garantizar el futuro de su naciente imperio y trascender su vida terrenal. Esta
"misión divina" estaba recubierta de antiguas formas espirituales y de
esotéricos conocimientos toltecas, pero su fondo eminentemente estaba
constituido de una filosofía grotescamente materialista y necrófila.
Es por estas razones que cuando uno lee los preceptos aztecas del "deber ser",
que eran eminentemente de espíritu tolteca y luego uno conoce las prácticas
guerreras o de sacrificios humanos, encuentra una grotesca discordancia, una
clara contradicción, entre lo que se pretende con la palabra y lo que se realiza
con los hechos.
El sacrificio azteca, entendiéndose por quitarle la vida a cualquier ser humano
es inadmisible en cualquier época y lugar. El guerrero azteca del período
postclásico, resulta entonces una perversión del guerrero tolteca del período
clásico y una trasgresión a la milenaria corriente humanista y espiritual en la
que siempre se inspiró el México Antiguo.
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III.- LOS
GUERREROS MODERNOS.
• La hermandad blanca y los portadores de la tradición.
La centenaria profecía se cumplió. En el año "uno caña" (1519) llegaron los
españoles y fueron confundidos como los enviados de Quetzalcóatl, quienes
llegaban restaurar su pensamiento filosófico y su práctica religiosa
/espiritual. Los aztecas conscientes de su trasgresión (sustituir a
Huichilopoztli por Quetzalcóatl (cambiar los valores espirituales por los
materiales), después de muchos errores optaron por inmolarse en Tenochtitlán,
muriendo realmente a manos se sus vecinos que creían estar luchando al lado de
la causa del tan esperado Quetzalcóatl.
La destrucción del imperio azteca fue el inicio de la caída de la civilización
del Anáhuac, porque aunque muchos pueblos no transgredieron la antigua filosofía
tolteca de Quetzalcóatl; como los mayas, puerepechas, mixtecos o zapotecos entre
muchos otros; la dinámica de la invasión europea se había extendido a partir de
la misma lucha entre los pueblos originarios.
El nuevo proyecto civilizatorio instaurado por los españoles pretendió aniquilar
y desaparecer completamente cualquier vestigio de la civilización derrotada.
Destruidos todos los edificios públicos, templos y escuelas piedra sobre piedra,
asesinados los dirigentes, sacerdotes y maestros; los "hombres de conocimiento",
los portadores del milenario pensamiento tolteca del México Antiguo, tuvieron
que iniciar su camino centenario en la "clandestinidad".
En efecto, de manera impecable el conocimiento y las prácticas de los antiguos
guerreros del espíritu tolteca, se han mantenido de manera secreta y hermética
en un reducido número de personas, de generación en generación en estos
quinientos años. Por el estado de persecución y de clandestinidad, han
modificado la forma y han perfeccionado el fondo de su sabiduría.
Esta sabiduría sigue viva, presente y vigente en muchas comunidades indígenas y
campesinas del México contemporáneo. Hombres y mujeres herederos de la milenaria
sabiduría del Anáhuac la practican y la perfeccionan de manera sigilosa
cotidianamente. Hay "ciertas cosas" del mundo indígena que los conquistadores de
ayer y hoy, jamás vieron y tocaron. El pensamiento y la sabiduría del Anáhuac
siguen vivos y aunque no sean hoy del conocimiento público de la cultura
dominante, existen, al igual que el pensamiento y la sabiduría de civilizaciones
de la misma antigüedad que la nuestra, como la China y la India. La diferencia
es que la sabiduría y el conocimiento del Anáhuac se han mantenido
misteriosamente en la clandestinidad, fuera del mundo Occidental.
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• El perfil del guerrero.
(Selección de textos de la obra del antropólogo Carlos Castaneda.
Don Juan Matus fue un indio yaqui, portador del conocimiento de los toltecas,
quien instruyó al antropólogo en el antiguo conocimiento de la toltequidad y sus
prácticas para ser guerrero).
* Un guerreo piensa en su muerte cuando las cosas pierden claridad, la idea de
la muerte es lo único que templa el espíritu del guerrero.
* Primero debemos saber que nuestros actos son inútiles y luego proceder como si
no lo supiéramos. A la luz de la muerte, todas las cosas son iguales y al ser
iguales carecen de importancia.
* Un guerrero elige un camino con corazón y lo sigue; y luego se mira en él y se
regocija y ríe; y luego "ve" (percibir la verdadera esencia de las cosas) y sabe
que su vida se acabará en un abrir y cerrar de ojos, sabe que él, así como todos
los demás, no van a ninguna parte. Sabe, porque "ve", que nada es más importante
que lo demás. En otras palabras, un guerrero no tiene ni honor, ni dignidad, ni
familia, ni nombre, ni tierra, ni apego al poder o al dinero; sólo tiene vida
que vivir, y en tal condición su única liga con sus semejantes es su desatino
controlado. Así, un guerrero se esfuerza y suda y resuella en el camino con
corazón, que él ha escogido, y si uno lo mira es como cualquier hombre común y
corriente, excepto, que el desatino de su vida esta bajo control. Como nada le
importa más que nada, un guerrero escoge cualquier acto, y lo actúa como si en
verdad le importara. Su desatino controlado lo lleva a decir que lo que él hace
importa y lo lleva a actuar como si le importara y sin embargo, él sabe que no
importa; de modo que cuando completa sus actos se retira sin pena ni cuidado de
que sus actos fueran buenos o malos, o tuvieran efecto o trascendencia.
* Para convertirse en un "hombre de conocimiento" hay que ser un guerrero, no un
niño llorón. Hay que luchar sin entregarse, sin una queja, sin titubear, hasta
que uno "vea", y sólo entonces puede uno darse cuenta que nada importa.
* Ver es para hombres impecables. Templa tu espíritu, llega a ser un guerrero,
aprende a "ver", y entonces sabrás que no hay fin a los mundos nuevos para
nuestra visión. Cuando un guerrero "ve", ya no hay detalles familiares en el
mundo. Todo es nuevo, aterrador y maravilloso.
* ¡Vive como guerrero¡ . Ya te he dicho: un guerrero acepta la responsabilidad
de sus actos, del más trivial de sus actos. Tu sólo actúas tus pensamientos.
*Un guerrero no se abandona a nada, ni siquiera a su muerte. Un guerrero no es
un socio voluntario de cualquier pendejo que se le cruza en el camino. Un
guerrero nunca esta disponible, y si se mete con algo, puedes tener la certeza
de que sabe lo que está haciendo. En la vida de un guerrero no hay nada fuera de
control, porque la vida para un guerrero es un ejercicio de estrategia. Un
guerrero nunca esta ocioso, ni tiene prisa.
* El espíritu de un guerrero no está engranado para la entrega y la queja, ni
está engranado para ganar o perder. El espíritu del guerrero sólo está engranado
para la lucha y cada lucha es su última batallas del guerrero sobre la tierra.
De ahí que el resultado le importe muy poco. En su última batalla sobre la
tierra, el guerrero deja fluir su espíritu libre y claro. Y mientras libra su
batalla, sabiendo que su voluntad es impecable, el guerrero ríe y ríe.
* Aprende a reducir tus necesidades. Lo que nos hace desdichados es la
necesidad. Pero si aprendemos a reducir a nada nuestras necesidades, la cosa más
pequeña que recibamos en la vida, será un verdadero regalo. Ser pobre o
necesitado es sólo un pensamiento; y lo mismo es odiar o tener hambre o sentir
dolor. No desear nada en la vida es una verdadera hazaña y esa hazaña es poder y
ese poder es lo único que tenemos para oponernos a las fuerzas que rigen
nuestras vidas; sin ese poder somos basura, polvo al viento. Porque a nosotros
como individuos, nos toca oponernos a las fuerzas de nuestras vidas. Esto te lo
he dicho muchas veces: sólo un guerrero puede sobrevivir.
* Un guerrero sabe que espera y sabe lo que esta esperando, y mientras espera,
no quiere nada y así cualquier cosita que recibe es más de lo que puede tomar.
Si necesita comer halla el modo, porque el guerrero no tiene hambre. Sí algo
lastima su cuerpo, halla el modo de pararlo, porque el guerrero no siente dolor.
Tener hambre o sentir dolor significa que uno se ha entregado y que ya no se es
guerrero. En ese momento, las fuerzas de su hambre y su dolor lo destruirán.
* Uno aprende a actuar como guerrero actuando, no hablando.
* Para ser un guerrero un hombre debe estar, antes que nada y con justa razón,
terriblemente consciente de su propia muerte. Pero preocuparte por la muerte
forzaría a cualquiera de nosotros a enfocar su propia persona, y eso es
debilitante. De modo que lo que uno necesita para ser guerrero es el desapego.
La idea de la muerte inminente, en vez de convertirse en obsesión, se convierte
en indiferencia.
Sólo la idea de la muerte da al guerrero el desapego para que sea incapaz de
abandonarse a nada. Sólo la idea de la muerte da al guerrero el desapego
suficiente para que no pueda entregarse a nada. Por ello, un hombre de tal
suerte no ansía, porque ha adquirido una lujuria callada por la vida. Sabe que
su muerte lo anda cazando y que no le dará tiempo de adherirse a nada; así que
prueba en este mundo, sin ansias, todo de todo.
* Un guerrero desapegado, sabiendo que no tiene posibilidad de poner vallas a su
muerte, sólo tiene una cosa que le respalda: el poder de sus decisiones. Tiene
que ser, por así decirlo, el amo de su elección. Debe comprender por completo
que su preferencia es su responsabilidad y una vez que hace su elección, no
queda tiempo para lamentos ni dudas o recriminaciones. Las decisiones de un
guerrero son definitivas, simplemente porque su muerte no le da tiempo de
adherirse a nada.
Con la consciencia de su muerte, con desapego y con el poder de sus decisiones,
un guerrero arma su vida en forma estratégica. El conocimiento de su muerte lo
guía y le da desapego y lujuria callada; el poder de sus decisiones definitivas
le permite escoger sin lamentarse, y lo que él escoge es siempre
estratégicamente lo mejor; así cumple con gusto y con eficiencia lujuriosa, todo
cuanto tiene que hacer en la vida. Cuando un hombre se porta de esa manera puede
decirse con justicia que es un guerrero y que ha adquirido paciencia. Cuando un
guerrero ha adquirido paciencia, esta en camino hacia la voluntad. Sabe cómo
esperar. Su muerte se sienta junto a él en su petate, son amigos. Su muerte le
aconseja en formas misteriosas, cómo escoger, cómo vivir estratégicamente. ¡Y el
guerrero espera¡. Yo diría que el guerrero aprende sin apuro porque sabe que
está esperando su voluntad; y un día logra hacer algo que por lo común es
imposible de ejecutar.
* Lo que un brujo llama voluntad es una fuerza que viene de adentro y se prende
al mundo de afuera. La voluntad es algo muy claro y poderoso que dirige nuestros
actos.
* La muerte es la única consejera sabia que tenemos. Cada vez que sientas como
siempre lo haces, que todo te está saliendo mal y que estás a punto de ser
aniquilado, vuélvete hacia tu muerte y pregúntale si eso es cierto. Tu muerte te
dirá que te equivocas; que nada importa en realidad más que su toque. Tu muerte
te dirá, te equivocas, "todavía no te he tocado".
Uno de los dos aquí tiene que cambiar, y aprisa. Uno de nosotros tiene que
aprender de nuevo que la muerte es el cazador, y que siempre está a la
izquierda. Uno de nosotros tiene que pedir consejo a la muerte y dejar la pinche
mezquindad de los hombres que viven sus vidas como sí la muerte nunca los fuera
a tocar.
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HIEROFANIAS DEL ANÁHUAC
Guillermo Marín.
Los antiguos mexicanos forman parte de una sola civilización, por más culturas
diferentes que han existido en tiempo y espacio en el Anáhuac. Lo que implica,
fundamentalmente, que compartieron una misma matriz filosófica cultural.
Este conjunto de ideas que explica la vida y la muerte y su relación con la
naturaleza, el universo, así como el sentido sagrado y divino de la existencia,
en lo fundamental, no es muy diferente de las otras cinco civilizaciones Madre
del planeta. En efecto, cuando un ser humano o un pueblo han llegado a un
estadio superior de desarrollo, cuando han satisfecho las necesidades básicas de
subsistencia material, necesariamente buscan darle significado a su vida y
trascender su existencia en el plano espiritual, sagrado y divino. Porque la
toma de conciencia de un mundo real y significativo se halla en íntima relación
con el descubrimiento de lo sagrado.
Aunque la agricultura se inventa en el Cem Anáhuac hacia el sexto milenio antes
de la era cristiana, la Cultura Madre aparece decantada y con su propia
personalidad, entre los estados de Veracruz y Tabasco alrededor del año mil
quinientos a.C. Los olmecas nos dejaron testimonios de las bases de lo que será
la civilización del Anáhuac. En el Período conocido como Formativo o Preclásico,
los Viejos Abuelos desarrollaron y perfeccionaron los sistemas: alimentario, de
salud, de educación y de organización social, que serán los cimientos
estructurales de donde se desprenderá lo que más adelante se conocerá como
Período de Esplendor o Clásico, que comprende del 200 a.C. al 850 d.C.
Los toltecas llevarán al cenit civilizatorio el proyecto filosófico del Cem
Anáhuac que iniciaron los olmecas. Testimonio de esta continuidad
“filosófico-cultural-sagrado-divina” la podemos apreciar en la iconografía, que
nos presenta los diseños y símbolos fundamentales que dejaron esculpidos,
labrados, pintados o bordados: como el quincunce, la serpiente emplumada, el
jaguar, el águila y la dualidad divina a partir del par de opuestos
complementarios que “humanizan” al mundo y que se observan claramente a través
de dos perfiles encontrados de dos serpientes o dos quetzales. Y por supuesto el
sistema constructivo de pirámides truncadas, juegos de pelota, patios cuadrados
flanqueados por cuatro habitaciones, estelas, esculturas en tres dimensiones y
un largo etcétera, que llegará casi intacto y con pequeñas variantes hasta la
misma llegada de los españoles.
Poca gente observa estas similitudes que se mantuvieron por lo menos 3 milenios,
no solo en el Cem Anáhuac, sino que asombrosamente, lo comparten todos los
pueblos indígenas desde Alaska hasta Tierra del Fuego; pero que la visión
eurocentrista y colonizadora nunca ha aceptado que en estas tierras existían
antes de la invasión, pueblos con una civilización mucho más adelantada que la
europea de aquellos tiempos. Y lo que también es importante señalar, que todos
los pueblos compartían una misma matriz “filosófica-cultural-divina-sagrada”.
Los colonizadores siempre han estudiado a los pueblos y culturas invadidas por
sus diferencias, no por sus semejanzas. Las cuales son muchas y muy asombrosas.
Pero el punto de esta reflexión es la necesidad de conocer la estructura del
pensamiento filosófico-religioso del Anáhuac, para que a partir de su esencia y
su raíz, podamos entender y visualizar el tronco y la fronda del proyecto
civilizatorio que eminentemente es de carácter sagrado y divino. Este desafío es
fundamental para entender de raíz nuestra civilización Madre y acabar para
siempre la paupérrima visión colonizadora. La Hermenéutica del México Antiguo se
nos presenta como una próxima tarea urgente a emprender.
Nuestros antepasados más remotos, después de haber logrado satisfacer las
necesidades básicas de subsistencia, enfocaron toda su capacidad, talento y
sensibilidad para trascender los limitados espacios materiales de la vida y
penetrar a los insondables campos del Espíritu Humano, el Universo y llegar a la
fuente primigenia, es decir, despegarse del mundo profano y entrar al universo
de los sagrado y de lo divino. La toma de conciencia de la sacralidad del mundo
y de la vida, liberan al ser humano de su estado animal-profano, donde
satisfacer sus necesidades materiales es todo cuanto existe en el perímetro de
su existencia elemental. La conciencia de un mundo sagrado y la sacralidad de la
vida humana permitieron a los Viejos Abuelos crear su portentoso universo
cultural. La conciencia de lo sagrado fundamenta ontológicamente la existencia
de la Civilización del Anáhuac. El Anáhuac empieza a ser mundo en la medida en
que se devela su sacralidad y el ser humano deja de ser un animal con
necesidades básicas materiales, hasta que toma conciencia de su potencial
espiritual, su sacralidad y su misión en la vida y el universo.
Lo hicieron los egipcios, los mesopotámicos, los chinos, los indios y por
supuesto que también lo hicieron nuestros Viejos Abuelos.
Este conocimiento es el legado más importante que hemos heredado de miles de
años de evolución y desarrollo humano. A este conocimiento los Viejos Abuelos le
llamaron TOLTECÁYOTL y se entiende como el legado de los toltecas. Nuestra
incapacidad para entender lo más preciado de nuestro legado histórico-cultural,
deviene en parte de que actualmente vivimos en una cultura materialista,
desacralizada y pragmática; y por supuesto, por el colonialismo mental, cultural
y espiritual en el que hemos vivido los últimos cinco siglos.
Las bases de este conjunto de ideas es que la tierra es un ser vivo con
conciencia y vive ciclos cósmicos. Que el ser humano y la Tierra están en íntima
relación interdependiente. Que en la búsqueda de la perfección humana, la tierra
sufre cataclismos y que reinicia de nuevo, con la experiencia acumulada del
ciclo anterior. De esta manera, el sentido histórico es cíclico y no lineal.
Este concepto se explica en el mito de la creación del Quinto Sol. El tiempo
deja de ser ordinario y pasa a ser sagrado en la medida de que el ser humano
toma conciencia de su responsabilidad y su misión en el mantenimiento del
equilibrio energético y la pureza espiritual que debe de alcanzar.
Existe una fuente suprema de la energía creadora, invisible, impalpable,
innombrable, que se inventó así misma. Este principio creador tendrá muchas
advocaciones diferentes y representaciones parciales de su grandeza. Estas
múltiples manifestaciones sacras los europeos las han traducido como “dioses”,
pero no lo son. Pues en verdad actúan como representaciones parciales de la
sacra totalidad.
De esta manera tenemos “expresiones parciales” de lo inconmensurable. No son
dioses en el sentido Occidental, sino manifestaciones fragmentadas de una misma
totalidad. Así que el Sol, la Luna, Venus, La Vía Láctea, el agua, el viento, el
fuego, la dualidad, la serpiente emplumada, el jaguar, la serpiente, entre
otros, son solo símbolos metafóricos de la divinidad que entra en contacto con
los humanos y el mundo profano.
Existen siete puntos cardinales de la existencia humana. El ombligo o centro
unificador del universo. Los cuatro rumbos de la existencia dirigidos a los
cuatro puntos cardinales. Cada uno de ellos tiene un significado filosófico,
religioso y esotérico. El cielo que cuenta con trece niveles hacia el cenit y el
inframundo que posee nueve niveles hacia las profundidades.
El ser humano realiza su existencia material entre los primeros cinco puntos.
Empieza a ser “trascendente” en la medida que toma conciencia de su potencial
espiritual. En ese momento nace la historia y la cultura. Si logra equilibrar el
par de opuestos complementarios que surgen de la relación Norte-Sur y
Oriente-Poniente en el “centro unificador”, logrará la elevación y
trascendencia. Pero si desarrolla más alguno de los opuestos complementarios, el
desequilibrio lo arrastrará al abismo de la estupidez humana. De esta manera la
búsqueda del “equilibrio” resulta uno de los elementos fundamentales para
entender esta filosofía y su íntima relación con el quincunce, macuilxochitl o
la cruz de Quetzalcóatl, revelaciones de una interpretación filosófica,
religiosa y sagrada del Anáhuac.
El ser humano fue creado por el sacrificio de “los dioses”. Por ello se nombra “masehual”,
que significa “merecido del sacrificio de los dioses” y en consecuencia su vida
será un sacrificio espiritual permanente. El ser humano encuentra un significado
a su vida, más allá de tener comida, vestido y techo. El mundo material profano
es solo un medio para penetrar al mundo espiritual sagrado. Es precisamente la
toma de conciencia de la sacralidad y la divinidad lo que nos hace humanos. Aquí
se encuentra la base de nuestra civilización. Los dos grandes objetivos
existenciales que tiene el ser humano son el de ayudar a los dioses al
sostenimiento del universo y el de trascender su existencia material en el plano
espiritual. Sin esta misión la vida del ser humano no tiene ningún sentido.
Del primero diremos que a diferencia de la cultura Occidental, donde Dios ha
creado a su imagen y semejanza al ser humano y le entrega a la Tierra y todos
los seres que en ella viven para su dominación, explotación y transformación. En
cambio, los antiguos mexicanos interpretan a la Tierra como su “madre querida” y
se ubican como sus pequeños hijos. Tienen como obligación, no solo velar por
preservarla y mantener el equilibrio original, sino también “humanizarla” a
partir de la energía espiritual que puede producir el ser humano a través de una
vida virtuosa.
Este aspecto es muy importante. La humanización del mundo implica darle un
sentido sagrado y divino “a todo lo que nos rodea”. Es solo el ser humano, quien
puede hacer este milagro a partir de su potencial espiritual. Este es uno de los
propósitos más importantes de la civilización del Anáhuac. Una misión que rebasa
con mucho a un solo individuo, a un pueblo y a muchas generaciones. El concepto
de una responsabilidad histórica y colectiva, seguirá viva aún en el periodo
Postclásico decadente, aunque transgredido por las reformas
ideológicas-religiosas del cihuacóatl mexica llamado Tlacaélel. Y nos explica
cabalmente como fue posible realizar proyectos constructivos de más de un
milenio de duración, como el caso de Monte Alban, que inició su construcción en
el año 500 a.C y fue abandonado mil trescientos cincuenta años después en el 850
d.C.
El segundo objetivo civilizatorio es la búsqueda individual de la trascendencia
existencial a partir de un trabajo muy decantado y difícil, que implica el
dominio y conocimiento de sí mismo a partir enseñanzas muy sofisticadas de
carácter hermético. En el que básicamente se toma al mundo y a los seres humanos
como cargas energéticas y productores de energía.
A este segundo objetivo le llamaron los toltecas simbólicamente “La Guerra
Florida”. Los valientes que la emprendían se les llamaban “guerreros” y según su
carga energética podían ser águilas o tigres. Sus armas eran “flor y canto”,
entendidos como belleza y sabiduría. El objetivo supremo de los guerreros de la
muerte florecida era “hacer florecer su corazón” y darse como alimento
espiritual a su pueblo.
Es importante apuntar que los Viejos Abuelos mantenían una cohesión social muy
sólida y estratificada. Que existían “el ala y la cola” de la sociedad integrada
por masehuales. Personas que vivían su vida de manera común y corriente.
Campesinos, artesanos, servidores públicos y lo que podríamos identificar como
especialistas en la medicina, la construcción, el arte, la ecuación, la
religión, etc. Guiados por las sólidas bases sociales, religiosas y morales que
les proporcionaban una reducida élite de personas que se dedicaban totalmente a
el estudio, la investigación y sistematización del potencial
espiritual-energético del ser humano. Estas elites vivían en los alrededores de
los que hoy conocemos como “zonas arqueológicas”, que nunca fueron ciudades,
palacios o fortalezas, como las mentes colonizadas e ignorantes presuponen en la
“historia oficial”.
Lo que no han querido aceptar los colonizadores, es que los Viejos Abuelos
poseían una profunda y decantada sabiduría humana. Tan importante como las
producidas por las civilizaciones de Egipto, China o India. Que su proyecto
civilizatorio estaba más allá de “la dominación y explotación” del mundo
material. Que el potencial de su sabiduría estaba enfocado a alcanzar la
aspiración más elevada de la conciencia humana. Nos referimos a trascender al
plano divino y sagrado de la existencia a partir del desarrollo espiritual.
Los colonizadores desde el Siglo XVI hasta hoy, no aceptan que los pueblos
originarios y los hijos de sus hijos posean la condición humana” y por supuesto,
mucho menos reconocen el grado de desarrollo material que tenía la civilización
del Anáhuac. Aún en el siglo XVI y en pleno Periodo Postclásico decadente los
pueblos del Cem Anáhuac tenían mucha mayor calidad y nivel de vida que los
pueblos europeos. Esta es una inmensa verdad que los “investigadores” no han
querido ver y que echa por tierra todo el discurso cientista colonizador de la
inferioridad cultural de los invadidos y conquistados. Veamos por qué:
La alimentación de los Viejos Abuelos era de mayor calidad nutricional y
variedad. Poseían la “chinampa” que implica la más alta tecnología humana hasta
nuestros días, para hacer producir intensivamente a la tierra todo el año.
Inventaron el maíz a partir de las transformaciones biogenéticas que le hicieron
al pasto llamado Teozintle. El sistema de salud había llegado a niveles de
excelencia. Las trepanaciones, así como la sabiduría de lo que hoy llamamos
herbolaria y el uso de las “plantas de poder” llegaba a todos. El concepto de
higiene personal, habitacional y urbana, era más avanzada que en nuestros días.
El sistema educativo encontrado en 1519, era muy superior al europeo. La
educación popular tenía 3 milenios y en europea apenas inició en 1596. Los
Viejos Abuelos vivían en una civilización escolarizada que duró milenios antes
de la invasión. El sistema de organización social y régimen jurídico era tan
eficaz y eficiente, que ha sobrevivido hasta nuestros días en el sistema de
cargos de las comunidades indígenas y campesinas del México contemporáneo.
El mundo “material” del Anáhuac era mucho muy superior al europeo. El concepto
de urbanismo que encontraron los invasores en la Gran Tenochtitlán en el siglo
XVI, solo lo llegaron a tener las ciudades europeas hasta muy entrado el siglo
XIX. Agua potable, el sistema reticular de las calles, calzadas, avenidas,
canales, puentes, uso comunitario y gratuito del transporte, escuelas,
hospitales, mercados, bibliotecas, museos, zoológicos, canchas deportivas,
centros culturales, oficinas administrativas y un vasto etcétera.
Pero el “mundo material” es solo un espejismo para las conciencias decantadas.
Cuando un individuo o un pueblo han llegado a un nivel de desarrollo
existencial, buscan traspasar las sólidas murallas del limitado mundo material y
penetran al inconmensurable y maravilloso mundo del Espíritu, de lo sagrado y de
lo divino de la existencia. El mundo material es solo la base de despegue que
requiere el “mundo espiritual” para trascender. Lo importante de la herencia de
nuestros Viejos Abuelos es precisamente la sabiduría que se acumuló durante
siete mil quinientos años para trascender nuestra existencia en el plano
espiritual y que nuestros colonizadores no han podido ver por dolo y mucho menos
comprender por incapacidad.
La riqueza cultural, nuestro mayor Patrimonio Cultural, no esta en las “ruinas
materiales” de las llamadas zonas arqueológicas, ni en los “tesoros” que están
guardados en los museos de todo el mundo. El gran logro cultural de nuestra
civilización Madre se encuentra depositado en el corazón de cada uno de los
hijos de los hijos de los Viejos Abuelos. El Tesoro esta dado en “flores y
cantos” que viven en nuestro “Ser espiritual”. En los sentimientos y en los
pensamientos que como flores y cantos pueden ayudarnos a trascender este
precario y caótico mundo material en el que ahora vivimos.
Es de esta forma que la TOLTECAYOTL se nos revela como el potencial cultural más
importante que hemos heredado de nuestros antepasados. La sabiduría
sistematizada sobre el potencial espiritual que está agazapada en el mundo
cotidiano, en la llamada Cultura Popular, en los valores y principios de la
educación familiar. Esta milenaria sabiduría que vive refugiada en las
tradiciones, fiestas, usos y costumbres, es la que nos sigue dando “un rostro
propio y un corazón verdadero” y es la que nos puede conducir a la liberación
del oscuro, grotesco y deshumanizado mundo material en el que hemos caído estos
últimos cinco siglos.
Hasta ahora los investigadores solo han hecho arqueología e historia del mundo
material y profano del México antiguo. Son tiempos en que los hijos de los hijos
de los Viejos Abuelos hagamos arqueología del espíritu e iniciemos la
reconstrucción de la historia sagrada del Anáhuac.
Es necesario investigar, reordenar la información y crear nuevos conocimientos a
partir de acercarse a las manifestaciones de lo sagrado y de lo divino que
nuestros Viejos Abuelos nos dejaron, no solo en vestigios materiales, sino
también en símbolos, mitos, ritos, tradiciones, leyendas, fiestas, usos y
costumbres. Tanto en el Patrimonio Cultural tangible como en el intangible.
Tenemos que entender que somos una sola civilización que sigue manteniendo su
permanente y necesaria continuidad a lo largo de ocho milenios.
La pérdida de la menoría histórica por los procesos de colonización es solo
superficial y muy temporal. La esencia sagrada de nuestra civilización, sus
valores y principios siguen vivos y vigentes en cada uno de los individuos,
familias y pueblos que la conforman. El colonizador nos ha tratado de hacer
pensar que no existe ninguna conexión entre los Viejos Abuelos y los mexicanos
contemporáneos. Que el pasado indígena esta total e irremediablemente perdido y
extinto. Pero indudablemente seguimos siendo la misma civilización, solo que
ahora potencialmente más enriquecida por cinco siglos de apropiaciones e
intercambios culturales con otros pueblos del mundo. Nuestra potencial cultural
seguirá latente hasta el momento que tomemos plena conciencia de nuestra riqueza
espiritual, a partir de recuperar la memoria histórica.
El legado más valioso que poseemos de los Viejos Abuelos indiscutiblemente es la
espiritualidad y el misticismo con el que interpretamos el mundo y la vida. Esta
visión sagrada y divina se encuentra atesorada en la TOLTECAYOTL y representan
las hierofanías del Anáhuac.
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LA
TOLTECÁYOTL
Guillermo Marín.
Los antiguos mexicanos llamaron Toltecáyotl, al conjunto de saberes y
conocimientos de los toltecas. La Toltecáyotl seguramente se inició con la
domesticación de las plantas, la agricultura y la invención del maíz hace ocho
mil años y ha venido evolucionado y decantándose con los siglos. A pesar de que
los conquistadores de ayer y los colonizadores de hoy, han querido negarle toda
capacidad y valor intelectual a los pueblos originarios y a los hijos de los
hijos de los Viejos Abuelos, la sabiduría sigue viva y se ha sabido mantener
agazapada estos últimos cinco siglos en la cultura popular. Mucha de esta
sabiduría tiene orígenes remotos y aunque no la entendamos, vivimos con ella y
es ésta sutil cualidad, que nos hace ser diferentes a otros pueblos y nos da ese
“toque” del ser mexicano. Es lo que nos da “Rostro y corazón propio”.
Lo más elevado de las que se nombran “instituciones” de un pueblo, las
creaciones, que dan apoyo a la estructuración de una cultura, todo eso y
probablemente también otras realidades, se incluían en el significado de
Toltecáyotl. (Miguel León Portilla. 1980)
Existe un acervo riquísimo de sabiduría antigua en los pueblos indígenas y
campesinos del México contemporáneo. En la cultura oral de algunos pueblos se
sigue manteniendo en la memoria histórica a la llamada “Hermandad Blanca”.
Herencia ancestral de los toltecas y la Toltecáyotl que no desapareció en el
colapso del periodo clásico superior y que todavía Cortés registra su existencia
en las cartas de Relación. En efecto, Cortés relata que cuando llegaron los
españoles a las costas de Veracruz, Moctezuma mandó pedir consejo a los sabios
de la Hermandad Blanca que vivían en el Calmécac de Cholula en donde estaban
educando a los hijos de los “Píltin” o principales, es decir, la nobleza que
gobernaría a los pueblos de la Triple Alianza.
“ Toltecáyotl, traducida a la letra, significa toltequidad: esencia y conjunto
de creaciones de los toltecas. Pero cabe desentrañar mejor la riqueza de sus
connotaciones. De sentido abstracto y también colectivo es este vocablo derivado
de toltéca-tl. Los antiguos mexicanos lo empleaban para abarcar lo que
consideraban herencia suya, semilla de inspiración y condicionante de ulteriores
logros. La Toltecáyotl, el legado de Quetzalcóatl y los toltecas abarca la tinta
negra y roja, -la sabiduría-, escritura y calendario, libro de pinturas,
conocimiento de los caminos que siguen los astros, las artes, entre ellas la
música de flautas, bondad y rectitud en el trato de los seres humanos, el arte
del buen comer, la antigua palabra, el culto a los dioses, dialogar con ellos y
con uno mismo...”. (Miguel León Portilla. 1980)
No podremos comprender a profundidad la historia y la cultura del Anáhuac sin
conocer la base filosófica que estructuró esta civilización a lo largo de miles
de años y que en los últimos cinco siglos, sólo se ha encubierto, pero que sigue
representando la esencia verdadera de nuestra identidad de manera inconsciente.
Todas las grandiosas obras materiales e inmateriales de esta civilización, que
fueron transformadas por las mentes, almas y manos de nuestros Viejos Abuelos,
provienen de una línea de pensamiento muy clara y definida desde sus mismos
orígenes. Fue esta “energía creadora” la que saco a la materia de su estado
natural y le dio forma, color y sentimiento. Fueron los hombres y mujeres que
aprendieron “a hacer mentir” al barro, los metales, los textiles, la madera, las
piedras preciosas, las fibras vegetales y un sin número de materiales sacados de
la naturaleza y humanizados al incorporarlos con un alto sentido estético y
místico al mundo milenario del Anáhuac. Fue la sabiduría de estos hombres y
mujeres que aprendieron de la naturaleza, la bóveda celeste y del Espíritu, a
formar “rostros propios y corazones verdaderos” en sus niños y jóvenes.
Todo este vasto e inconmensurable tesoro artístico que esta vivo en las llamadas
zonas arqueológicas y que satura los museos de México y el mundo, surge
inevitablemente de una estructura de pensamiento. Significa que la creación más
elevada de la civilización del Anáhuac es el conjunto de conocimientos que
explican el mundo, la vida y ubican a la existencia humana con una alta
responsabilidad por contribuir con las fuerzas generadoras a la humanización del
mundo y su mantenimiento a través de la armonía, el equilibrio y la medida. La
filosofía del Anáhuac o Toltecáyotl, es el lenguaje en el que se expresa el
Espíritu, cada una de sus maravillosas creaciones representan palabras que
sostienen un dialogo eterno entre los seres humanos y lo inconmensurable, lo
divino y lo sagrado.
No podemos seguir condenado a la civilización del Anáhuac al desprecio
intelectual que ha sido sometida por el eurocentrismo y la colonización. La
Toltecáyotl representa el patrimonio más importante y menos reconocido de los
antiguos mexicanos. Es desde la Toltecáyotl, la creación más importante de los
toltecas, desde donde debemos de partir para conocer e interpretar el pasado y
en consecuencia, entender nuestro presente. Es imprescindible la descolonización
intelectual y cultural para poder construir un futuro “propio-nuestro”. La
Toltecáyotl deberá ser la línea de pensamiento que nos permita “recuperarnos a
nosotros mismos”. El desafío es llevar esa sabiduría que existe en nuestro
interior a planos conscientes del mundo cotidiano y con ella construir nuestro
presente y diseñar nuestro futuro.
Cinco elementos son la herencia filosófica de los Viejos Abuelos. Aparentemente
están escondidos y camuflajeados en el inmenso sincretismo cultural de nuestros
días. Parecen elementos inconexos e intrascendentes cuando los apreciamos sin
integrarlos a un todo. Sin embargo, son la esencia que distingue a nuestro
pueblo milenario y la herencia del pensamiento filosófico en la vida diaria. Los
elementos culturales que hemos heredado de nuestra antigua filosofía son: la
alta vocación espiritual y mística por la vida, la defensa de la familia y sus
valores, el inconmensurable amor por la naturaleza, el infatigable espíritu
constructor y el permanente optimismo por la vida.
En efecto, la herencia más importante y valiosa de los Viejos Abuelos no se
encuentra en la materia. No está en las zonas arqueológicas, los museos o en los
metales precisos. Se encuentra en cambio en la percepción espiritual del mundo y
de la vida. En los valores, principios, sentimientos, actitudes, tradiciones,
usos y costumbres, que han ido cambiando y amoldándose en estos cinco siglos de
colonización, pero que mantienen viva la esencia de una civilización que no ha
muerto. Esta viva en el conglomerado de pueblos y culturas del Anáhuac de
nuestros días. Entre el sincretismo y las apropiaciones, no sólo de la cultura
occidental, sino de África y Asia que también la han enriquecido. (Tomado del
libro RAICES Y ESENCIA DEL MEXICO ANTIGUO. Guillermo Marín 2004)
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